viernes, 14 de marzo de 2014

Incomunicada por un día

Pasar un día incomunicada, sin usar aparatos electrónicos ni poder relacionarte como lo haces normalmente con los demás, es realmente difícil, más de lo que podamos imaginar; si nunca has probado esta experiencia, es ilógico que llegues a sentir lo que se siente.

Esta experiencia me lleva a pensar que el ser humano está hecho para comunicarse, ya que a lo largo del día me sentí frustrada e impotente porque necesitaba comunicarme para sentirme bien; no lo he llegado a conseguir ya que en el instituto estuve incómoda y más de una vez se me escapaban palabras; cuando estaba con mis amig@s no podía opinar sobre el tema del que estaban hablando, y eso me daba mucha rabia, al igual que en clase no podía responder a lo que el profesor o la profesora preguntara, es decir, es una experiencia difícil de cumplir.

Pienso que si este ejercicio lo hubiera realizado en un ambiente adecuado lo hubiera disfrutado y me hubiera servido más. Pero cómo tenía que aislarme y a la vez seguir un día de rutina, lo pasé fatal.


Esto me ha hecho reflexionar sobre el silencio que es igual de importante que el sonido, ya que sin sonido no se podrían hacer silencios en las canciones y sin silencio las canciones serían muy rápidas y no habría tiempo para quien la está cantando respirara. También pienso que el silencio sirve de pausa reflexiva tras una comunicación, para ayudar a valorar el mensaje y para centrarte más en ti que en el mundo que te rodea.

Finalmente me arrepiento de que no lo haya podido conseguir, algún día me lo propondré y lo haré correctamente, ya que me gustaría realizar esta experiencia.


jueves, 6 de marzo de 2014

''Tomar una comida al revés''

Me he sorprendido bastante a mí misma, mientras planeaba un orden diferente al que se considera habitual, con la verificación de que lo que se considera habitual, no es habitual para mí, incluso he consultado con familiares, amigos, compañeros, y todos coincidimos en que las reglas existen, pero nadie las respeta. Por eso, un plan que en un principio me parecía una transformación, es algo que hago habitualmente, es decir, no seguir el orden de lo establecido.

De todos modos me he propuesto hacer el experimento y establecer un orden distinto al que se considera habitual, la verdadera diferencia consiste en que esta vez lo haré conscientemente siguiendo un orden establecido previamente por mí, mientras antes lo hacía inconscientemente.

Me preparé el siguiente plan para las comidas de un día: 

Para el almuerzo empezaría con un flan, para seguir con unos filetes de cerdo al roquefort y continuar con un caldo de puchero, seguido de unos aperitivos consistente en picos, chorizo, queso y unas aceitunas.

A la hora de la cena empecé con unas natillas de vainillas, continuando con una pizza de cuatro quesos y una ensalada.

Fue divertida esta experiencia, contradecir las normas de forma consciente, y no me resultó difícil, porque como ya he dicho, mi natural glotonería, hace que me salte las normas diariamente, al picar dulces antes de las comidas y otros detalles parecidos. Quien de verdad sufrió la experiencia fue mi madre, que tuvo que hacer un ejercicio de paciencia enorme, porque no sabía si me había vuelto loca, o era una apuesta con mis amigas.

Por lo demás tuve una digestión totalmente normal y estoy dispuesta a repetir la experiencia, pero esta vez lo haré en un restaurante.